Nadie es profeta en su tierra
dice un dicho conocío,
y yo vengo decidío
a demostrar lo contrario
a los que con tanto agravio
se van de donde han nacío
p'a dar lo que han escribío
a otros menos ordinarios.
Que no tenimos cultura
y que no sabimos de arte,
le escuché, en algun parte,
a un poeta muy pulío,
que andaba too fruncío
enseñando del amor
y del color que la flor
agarra con el rocío.
Yo no quise decir ná,
la verdá es que me parece
que todo el mundo merece
aprender de estos puetas,
pero si se fijan metas
que los alejan del suelo,
no bastarán mil desvelos
p'a salir de la pobreza.
Nadie es profeta en su tierra,
y ser profeta es la fama, dicen,
la fortuna hueca y vana,
tan mal llamada riqueza,
cuando toa la belleza
y la verdad de la vida,
está en la tierra querida
y en el credo que profesa.
Yo soy profeta en mi tierra,
a mí la gente me entiende,
me preguntan y me tienden
la mano como a un amigo
discutimos lo que digo,
hacemos pan del cariño,
enseñamos a los niños
y compartimos el trigo.
Yo soy profeta en mi tierra,
y el más rico de este tiempo,
tengo el agua, tengo el viento,
los ojos de la ventana,
tengo mil puertas hermanas
donde entrar como a mi casa,
tengo el adiós del que pasa
y el color de la mañana.
Si nadie es profeta en su tierra.
¿Qué vengo siendo yo, entonces, Ah?