Nadie es profeta en su tierra dice un dicho conocío, y yo vengo decidío a demostrar lo contrario a los que con tanto agravio se van de donde han nacío p'a dar lo que han escribío a otros menos ordinarios. Que no tenimos cultura y que no sabimos de arte, le escuché, en algun parte, a un poeta muy pulío, que andaba too fruncío enseñando del amor y del color que la flor agarra con el rocío. Yo no quise decir ná, la verdá es que me parece que todo el mundo merece aprender de estos puetas, pero si se fijan metas que los alejan del suelo, no bastarán mil desvelos p'a salir de la pobreza. Nadie es profeta en su tierra, y ser profeta es la fama, dicen, la fortuna hueca y vana, tan mal llamada riqueza, cuando toa la belleza y la verdad de la vida, está en la tierra querida y en el credo que profesa. Yo soy profeta en mi tierra, a mí la gente me entiende, me preguntan y me tienden la mano como a un amigo discutimos lo que digo, hacemos pan del cariño, enseñamos a los niños y compartimos el trigo. Yo soy profeta en mi tierra, y el más rico de este tiempo, tengo el agua, tengo el viento, los ojos de la ventana, tengo mil puertas hermanas donde entrar como a mi casa, tengo el adiós del que pasa y el color de la mañana. Si nadie es profeta en su tierra. ¿Qué vengo siendo yo, entonces, Ah?