Aún te recuerdo
entre mis brazos,
puse en tu amor
mis ilusiones.
Tan menudita
y tan lozana,
tú eras la rosa
de mis pasiones
Mas no quesites
apreciar mi cariño.
La rosa era
de invernadero.
Y me clavates
tus puras espinas,
puras espinas,
que son de desprecio.
Aunque por eso
tú no te me apures,
esas espinas
pos ya no las siento.
Mi corazón
jamás sangrará
por una rosa
de invernadero.
Quizás prefieras
a que yo te quiera
ser del jardín
la flor codiciada.
Si ése es tu gusto,
que lo disfrutes,
sabes que sobran
los moscardones.