Aún te recuerdo entre mis brazos, puse en tu amor mis ilusiones. Tan menudita y tan lozana, tú eras la rosa de mis pasiones Mas no quesites apreciar mi cariño. La rosa era de invernadero. Y me clavates tus puras espinas, puras espinas, que son de desprecio. Aunque por eso tú no te me apures, esas espinas pos ya no las siento. Mi corazón jamás sangrará por una rosa de invernadero. Quizás prefieras a que yo te quiera ser del jardín la flor codiciada. Si ése es tu gusto, que lo disfrutes, sabes que sobran los moscardones.