Navegaba por el barrio un iceberg,
silencioso, imponente por doquier,
un porrón de megalitros de una vez,
una mole como pa' echarse a correr.
Climatizado,
informatizado,
h*molagaba
la actualidad.
Fríamente solía desayunar,
unas guerras con difuntos de verdad,
en el este, en el sur, le daba igual,
destruir para luego especular.
Y tan tranquilo
que así se andaba,
mientras el sol
lo calentaba.
Con todo esto,
él predicaba
sobre el progreso
de la humanidad.
Una noche se acabó la oscuridad,
pues el sol ya no se se quiso retirar,
todo el bloque comenzó a resbalar
y el monstruo sólo pudo naufragar.
Con el deshielo
le entró el canguelo
y tanta grandeza
se la tragó el mar.
Y tanta mierda
y tanta miseria,
tantos estragos
se fueron al mar.