Navegaba por el barrio un iceberg, silencioso, imponente por doquier, un porrón de megalitros de una vez, una mole como pa' echarse a correr. Climatizado, informatizado, h*molagaba la actualidad. Fríamente solía desayunar, unas guerras con difuntos de verdad, en el este, en el sur, le daba igual, destruir para luego especular. Y tan tranquilo que así se andaba, mientras el sol lo calentaba. Con todo esto, él predicaba sobre el progreso de la humanidad. Una noche se acabó la oscuridad, pues el sol ya no se se quiso retirar, todo el bloque comenzó a resbalar y el monstruo sólo pudo naufragar. Con el deshielo le entró el canguelo y tanta grandeza se la tragó el mar. Y tanta mierda y tanta miseria, tantos estragos se fueron al mar.