Con un par de paredes
no hay quien detenga, sí,
no hay quien detenga:
la furia grande,
la voz marina,
los elementos encadenados
mano con mano.
Con un par de maderos
nadie ha podido, no,
nadie ha podido:
parar el viento,
cortarle el soplo,
hacerlo ajeno, emparedarlo,
aprisionarlo.
En esta hora hermanos
tengamos muy presente:
que no es con una gota
que se hace el aguacero:
que para llover fuerte
se necesitan, sí,
se necesitan:
todas las lluvias
todas las furias.
No basta con el hierro
en las ventanas, sí,
en las ventanas,
ni las heridas
que nos hirieron;
el hombre crece
se hace semilla,
vuelve gavilla.
Con una bayoneta
no se detiene, no,
no se detiene:
la minería
de la conciencia
la rueda gira,
la vida quema,
la hora llega.