En una noche amarilla
en la plaza blanca y verde
la mujer de ojos negros
escribía sobre el polvo
traído de un astro cercano
extraños signos proféticos
como si fuera un oráculo
y que nadie la entendiera
sin que ninguno la viera
porque nadie la veía
a la mujer de ojos verdes, negros
que ahora está en la azotea
de un viejo edificio sucio
viejo edificio ceniza
como el polvo de la luna
donde ella escribe el futuro
La, la, la, la
La, la, la
Y la mujer de ojos rojos, negros
está volando y te mira
a través de tu ventana
y ríe desconsolada, descontrolada llora