En una noche amarilla en la plaza blanca y verde la mujer de ojos negros escribía sobre el polvo traído de un astro cercano extraños signos proféticos como si fuera un oráculo y que nadie la entendiera sin que ninguno la viera porque nadie la veía a la mujer de ojos verdes, negros que ahora está en la azotea de un viejo edificio sucio viejo edificio ceniza como el polvo de la luna donde ella escribe el futuro La, la, la, la La, la, la Y la mujer de ojos rojos, negros está volando y te mira a través de tu ventana y ríe desconsolada, descontrolada llora