Hay un modo de subirnos a la acera
aburridos ya de estar siempre en la calle,
pero todos escondemos la escalera
seducidos por la idea de llegar antes que nadie.
En lugar de hacer andamios rebuscamos
la manera de subir por la tangente;
lo importante es arribar, aunque tengamos
que pisar, si es necesario, la cabeza de la gente.
Todos, somos responsables... todos
de buscar un acomodo para llegar.
Todos, somos responsables... todos
que llevamos en los codos la honestidad
revestida con tocado de inocencia
por si acaso no remuerde la conciencia.
Todos, somos responsables... todos
de falsearnos de algún modo la realidad.
Todos, somos responsables... todos
de aplicarle mil apodos a la verdad.
Tamizada por insólitos matices,
bien nos da la sensación de ser felices.
Sospechamos un futuro luminoso
y enseguida pretendemos disfrutarlo:
Empezamos a vender la pie del oso
sin saber a ciencia cierta, cómo hacer para cazarlo.
Confesamos penitentes los pecados
ante Dios, arrepentidos de rodillas
y tan pronto nos sabemos perdonados
continuamos como siempre repartiendo zancadillas.
Todos, somos responsables... todos
dando de comer al lobo por interés.
Todos, somos responsables... todos
cometiendo sobre todo la insensatez
de no ver que mientras come en nuestra mesa
insaciable nos vigila la cabeza.
Todos, somos responsables... todos
de falsearnos entre todos la realidad.
Todos, somos responsables... todos
de ponerle mil apodos a la verdad.
Tamizada con insólitos matices
para dar la sensación de ser felices