Hay un modo de subirnos a la acera aburridos ya de estar siempre en la calle, pero todos escondemos la escalera seducidos por la idea de llegar antes que nadie. En lugar de hacer andamios rebuscamos la manera de subir por la tangente; lo importante es arribar, aunque tengamos que pisar, si es necesario, la cabeza de la gente. Todos, somos responsables... todos de buscar un acomodo para llegar. Todos, somos responsables... todos que llevamos en los codos la honestidad revestida con tocado de inocencia por si acaso no remuerde la conciencia. Todos, somos responsables... todos de falsearnos de algún modo la realidad. Todos, somos responsables... todos de aplicarle mil apodos a la verdad. Tamizada por insólitos matices, bien nos da la sensación de ser felices. Sospechamos un futuro luminoso y enseguida pretendemos disfrutarlo: Empezamos a vender la pie del oso sin saber a ciencia cierta, cómo hacer para cazarlo. Confesamos penitentes los pecados ante Dios, arrepentidos de rodillas y tan pronto nos sabemos perdonados continuamos como siempre repartiendo zancadillas. Todos, somos responsables... todos dando de comer al lobo por interés. Todos, somos responsables... todos cometiendo sobre todo la insensatez de no ver que mientras come en nuestra mesa insaciable nos vigila la cabeza. Todos, somos responsables... todos de falsearnos entre todos la realidad. Todos, somos responsables... todos de ponerle mil apodos a la verdad. Tamizada con insólitos matices para dar la sensación de ser felices