Tito Fernández - El Cumpleaños del Tordo lyrics

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Tito Fernández - El Cumpleaños del Tordo lyrics

Un día andaba paseando el tordo con sus amigos recogiendo semillitas en un sembrado de trigo. Y les contó que el domingo tendría muchas visitas porque estaba de cumpleaños y haría una fiestecita. Del viejo tordo del monte dijo que había recibido una herencia que quería compartir con sus amigos. Así es que comunicó: ¡están todos invitados! y que no falte ninguno pues leeré lo firmado. Se fueron pronto juntando los pájaros del lugare para preparar la fiesta y al buen amigo ayudare. Emparejaron terreno, hicieron una ramada, y trajeron agua fresca del fondo de la quebrada. El pájaro carpintero (1) les construyó el escenario donde actuaría, invitado, y cantaría, el canario (2). Haría dúo con el chucao (3) p'a cantar en esta fiesta y así quedó construido el sitio para la orquesta. Del Norte llegó la suri (4) la parina (5) y perdicilla (6) que llegaron muy temprano p'a agarrar la mejor silla. Del sur vino la bandurria (7) y el ñandú (8) muy enojado por no recibir convite reclamaba en todos lados. Le explicó el siete colores (9) que la culpa es del chucao pues pasa siempre escondido y nunca da los recados. Igual, replicó la rara (10) que tenía el mismo motivo porque no daba la cara pero igual había venido. Toditos los convocados se estaban acomodando y la turca (11) y el chercán (12) recién venían llegando. ¡Buen fiesta! ¡Buena fiesta! decía el cortacorrientes (13) mirando a la porotera (14) que estaba parada al frente. El cisne de cuello negro, (15) la garza (16) y la codorniz, (17) con su traje tan bonito toreaban a la perdiz (18). La diuca (19) con blusa blanca, el jilguero (20) de amarillo comentaba de su traje que siempre ha sido sencillo. La loica, (21) vestido rojo, traje gris, la cuculí, (22) y el trile, (23) con traje oscuro, se paseaba muy feliz. La cata (24) con la cachaña (25) de traje verde vinieron y el choroy (26) con el tricahue (27) de igual color se vistieron. (Siempre con la misma ropa, pasan el año volando, dijo, sin tino, el churrete (28) que siempre la anda embarrando). Después del aperitivo empezó a tocar la orquesta, ahora había motivo y así comenzó la fiesta. Hizo un anuncio el pitío (29) que hacía de locutor, ¡Señoras y señoritas ahora canta el picaflor! Ahí reclamó la chirigua, (30) pidiendo más maravilla porque se la comió toda, decía, la perdicilla (31) La orquesta siguió tocando,. Pronto llegó la comida, había semilla y fruta y una mesa bien servía. En el lugar de los grandes pusieron al aguilucho (32) que miró en menos a todos y le importaban un pucho. Al gran cóndor (33) de Los Andes, a la lechuza también, al tucúquere (34) y al tiuque (35) que se llevaban muy bien. Cuando vino más comida a sentarse llegó el chucho (36) el que venía atrasado aunque había volado mucho. El jote (37) pedía asado, el peuco (38) pidió pollito el cernícalo (39) ratón y el bailarín (40) lagartijo. Vino el halcón (41) peregrino porque llegaba de lejos y como todos pedían pidió el águila (42) un conejo. Para servir oficiaron garzas, de blanco vestidas, para atenderlos a todos se esmeraban y corrían. El pato corta-corrientes (43) se sentó al lado del cuervo (44) por si servían pescado p'a agarrar un congrio negro. La gaviota (45) se ubicó junto al martín pescador (46) dijo que era buena yunta porque comía mejor. El guairao (47) preguntó ¿Traerán pescado del río? asunto que, prontamente, le fue confirmando el fío (48) Diciendo que la noticia la traía de la cocina en donde de cocinera estaba la becasina (49) En la mesa del pellejo se sentó la golondrina (50) el gorrión (51) y la paloma (52) porque eran de casa fina. Así dijo la torcaza (53) sentada junto al chincol (54) la cuestión está malaza porque este no bebe alcohol. Al mesón de los cantores el diucón (55) se fue a sentar el zorzal (56) con el queltehue (57) la tórtola(58) y el chercán (59). De pronto muy enojada se paró la tijereta (60) porque dijo que el pequén (61) le había mirado las tetas. La tenca (62) empezó a cantar, le siguió la cuculí, y, de pié, entonaron todos el Cumpleaño Feliz. Ahí se entonó la fiesta, con la comida y el trago, y a todos los extranjeros el tordo (63) fue presentando. En primer lugar el tero (64) que vino desde Argentina, y que vino acompañado porque traía una mina. Al hornero (65) y al chajá (66) que gritaba como loco junto a otro pájaro, amigo, que llegó del Orinoco. Con la bulla no se oían ni los nombres ni el país, así es que no entiendo nada se quejaba la perdiz. Y le contaba a la tenca que el águila americana (67) por razones de trabajo no llegaría hasta mañana. (Alguien comentó que andaba en el suelo ecuatoriano, reprimiendo subversivos que reclamaban más grano). Entonces se paró un loro (68) que venía desde Puno, y dijo; cantemos todos aunque no escuche ninguno. A la hora de los postres el tordo leyó el legado que, p'a las aves del cielo, su abuelo le había dejado: Donde mandaba a los pájaros permanecer muy unidos p'a protegerse del hombre su más feroz enemigo. "Todos debían llevar este mensaje a sus tierras, que había que prepararse antes que empiece la guerra. Ya que el hombre ha envenenado la comida y nuestra casa. Yo sufro el mismo problema testimonió la torcaza. Ahí se emocionó el tordo y alzó el puño desafiante de México a Tierra del Fuego habría que organizarse. P'a que no vivamos, luego, sin crías en nuestros nidos ¡Viva! gritaron a coro, ¡Volemos todos unidos!" El tordo se quedó solo cuando terminó la fiesta y allí lo vieron llorar junto al podio de la orquesta. Abrazándose al discurso que su abuelo le entregare donde decía que el cielo era de todas las aves. Epílogo. Así pasará a la historia esta gran celebración donde se llenó de cantos el río Tinguiririca. Ni la persona más rica tuvo fiesta semejante con más de ochenta cantores todos del mejor talante. Algunos se repelaron de no haber ido a la fiesta, el pato jergón (69) no pudo por estar poniendo huevos, tampoco vino el caiquén (70) que andaba con el cachúo (71) de farra junto al pidén (72) trasnochando con el buho (73) Ahí pues llegó calladita la tagua (74) del altiplano, y abrazados como hermanos fueron a bailar a Quinta, donde tanto zapatear, con la garganta reseca, hasta la gallina ciega terminó bailando cueca. Y aquí se termina el cuento del cumpleaños del tordo, donde el mensaje' e su abuelo compartió con sus amigos, chileno, bueno p'al vino, de los campos de Colchagua, declara su domicilio justo al pié de una patagua.