Abuelita, abuelita, pasito lento y tu piel suavecita, aferrada a tu mecedor tejiendo el tiempo, bordando el amor con tu mirada puesta en un rincón, triste y lejana meciendo el adiós. El invierno otra vez llegó y con el frío la humedad, el dolor ese recuerdo que quebró tu piel y tus deseos de vivir también. Abuelita, abuelita, pasito lento y tu piel suavecita Abuelita, abuelita mi viejita, más de setenta y sigues estando bonita. En tu memoria vaga una canción la serenata en un domingo de sol cuando la lágrima de pronto asomó y te das cuenta que el tiempo voló. Cómo no voy a acordarme cuando amasabas en casa y jugaba a las escondidas para robarte el pan de la cocina y los domingos en familia éramos más de veinte rodeando la gran mesa y el asado a la parrilla el vino, el fútbol después y las famosas discusiones de los mayores que si la política, que si la plata, que si aumentó el costo de la vida. Que si el perro viejo mordió a uno de los chicos yo no sé, terminábamos siempre igual como todos los domingos, a las patadas. Pero a la semana siguiente volvíamos como siempre a casa de la abuela. A tu casa, a la casa de la viejita bonita de la abuelita. Abuelita, abuelita...