Exacta amaneció la luz del día, exacta en su perfil la madrugada, cuando de pronto el viento agudo de Septiembre hizo callar tu vida, tu voz y tu mirada. Se fue tu cuerpo a la extensión del sueño mientras tu sombra caminaba a tu encuentro y poco a poco te alejaste de ti mismo hacia el recinto del amor definitivo. El Tiempo no se muere con tu tiempo a pesar de la invariable dispersión en tu distancia, pero aprende la certeza que en toda lontananza la Historia pertenece a tu destino. Se siente, amanece... ¡Allende! Alzabas el destello en primavera abriendo nuevo espacio a los sentidos, con sólo ansias de justicias necesarias para cumplir así los signos prometidos. Pregunto entonces por tu asombro entero desde el umbral del momento decisivo, si tus ojos anunciaban el otro tiempo de lo posible que hoy en día es desafío. Pregunten por su aliento detenido quienes por vida y omisión no conocieron su palabra, pues no escapa a la evidencia que su vida, sin tardanza, reclama una presencia en el camino.