Todas mis ilusiones andaban de fiesta cuando llegó a mi puerta queriendo encontrar un nido. No trajo nada consigo, sólo el pesar de la vida que le encendía la piel, pues del amor, no sabía Como el andar solitario no es cosa de broma me acostumbré a su aroma, así, como si nada, Y en la primera alborada, que en el silencio salvamos, entre el deseo y el miedo de no caer, nos amamos. Ay, del amor Que, cargado de sed, vuela, se posa y se marcha otra vez. Ay de los sueños que van a morir en el mar. Ay de mí. Ay, que ha pasado el amor y no vuelve a pasar, ay de mí, nunca más Y así empezó la historia, mientras corría marzo. Me dormía en sus brazos al viento vespertino. Ya dueño de mi camino, de mi esperanza y mi verso, se fue incubando el presagio que hace al amor rutinario. Y una de tantas mañanas se nos quedó en la cama el amor quedó muerto, apareció desierto en medio del recuerdo que se quedaba tendido y que quisimos salvar pero ya estaba perdido. Ay, del amor, que cargado de ser vuela, se posa y se marcha otra vez. Ay de los sueños que van a morir en el mar. Ay de mí. Ay, que ha pasado el amor y no vuelve a pasar, ay de mí, nunca más.