Yo tenía una papa y la quería. La llevaba del brazo a todas partes. Cuando me casé estaba conmigo. Al divorciarme sólo a ella la llevé. Cuando yo llegaba del trabajo saludaba moviendo sus hojitas y preguntábame, tímidamente, si la dejaba tener una flor. Fuimos juntas a votar por Frondizi. Y juntitas lloramos nuestro error. Y ahora que todo está cantado... ¡Coca-Cola refresca mejor! Y después recorrimos medio mundo volando bajito en un avión. Ella era una planta de papa y en el Vaticano tenía un familiar. Se asomaba peligrosamente por la ventanilla. Saludando una por una a todas las papas del mundo. Agitando su echarpe de tierra. Y en un mal momento se cayó en Saigón. Yo tenía una papa y la quería... Yo tenía una papa y la quería... Yo tenía... Una papa.