Mis ojos conocen bien la polla de mi jefe. Mis manos conocen bien la polla de mi jefe. Mis labios conocen bien la polla de mi jefe. Mi ano tiene la forma de la polla de mi jefe. Mi trabajo consiste en lamer la polla de mi jefe. Lavar, marcar y peinar la polla de mi jefe. Conozco bien cada vena de la polla de mi jefe. A veces escupo pelos de la polla de mi jefe. Y a mí no me gusta la polla de mi jefe pero hay que comer... la polla de mi jefe. Desayuno, como y meriendo la polla de mi jefe. De día, de noche, rebaño la polla de mi jefe. Me sé de memoria ya la polla de mi jefe. Sabe a mi propia mierda la polla de mi jefe. Conozco mejor que su mujer la polla de mi jefe. Es un honor degustar la polla de mi jefe. No sabe bien, que digamos, la polla de mi jefe, pero al fin y al cabo es la polla de mi jefe. Y a mí me da arcadas la polla de mi jefe pero hay que comer...se la polla de mi jefe. Un día, en mi camino a la oficina, iba yo reflexionando que ya estaba hasta la polla de mi jefe. ¡Siempre el mismo menú!: la polla de mi jefe. Allí me estaba esperando la polla de mi jefe... mis fauces podaron de cuajo la polla de mi jefe. Y ahora la tengo en una vitrina con un letrero que dice...