Pablito clavó un clavito en su cabeza ¡qué bestia! pues no era un gran amigo de la sutileza ¿qué es eso? Pablito metió los güebos en la hoguera ¿de veras? y no los quitó, esperó a que todos se fueran ¡qué terco! Y le iba diciendo a todo el mundo: "Soy el mejor de mi promoción" Y le iba diciendo a todo el mundo: "Soy un profesional, amórrate a mi pilón. Amórrate a mi pilón amor, amórrate a mi pilón, amor, amórrate a mi pilón." La iba cagando, iba metiendo la gamba ¡qué hábil! y luego pisaba sus propias catambas. ¡lo que faltaba! Luego en nuestra ropa se limpiaba el tío, y de ir hechos un asco nos acusaba diciendo: "Todo aquello que hago está bien hecho porque lo hice yo. Todo lo que necesito es poder tener a todos acojonaos mamando de mi pilón. Mama de mi pilón, monada, mama de mi pilón mamón, mama de mi pilón, monada, mama de mi pilón." Llegó el gran día, y no se lo esperaba: ¡qué tonto! nadie había ya que no le odiara. ¡pues claro! Su vida social había tocado fondo (se siente) y allí seguía él, el muy cachondo. ¡olé! Pasa por la calle y se oye decir: "Ha sido él". Todos se preguntan cómo puede ser así. Se ríen de su serrín. Se ríen de su serrín, se ríen, se ríen de su serrín, se ríen, se ríen de su serrín, se ríen, se ríen de su serrín.