Son infinitos los celos que me despierta la calma que te penetra y posee cuando yaces dormida... Tus labios veniales tus ojos mortales, tu cuerpo desnudo, entero, abatido, entregado a su merced. En ese momento, cuando la belleza de la muerte mana de tu anatomía, cada poro de tu piel, cada estigma me revela todos mis miembros, uno a uno, y me invita a traspasarte, como traspasa la luz el cristal purismo, sin romperlo ni mancharlo para que nunca despiertes y así ser tu sueño eterno.