No soy digno, mujer, no soy digno de entrar en tu morada; no debe ser el Paraíso cueva para el ladrón encarcelado. No soy digno, mujer, no soy digno de entrar en tu morada aunque las catedrales estén llenas de polvo, cenizas y nada. No soy digno, mujer, no soy digno de entrar en tu morada porque, como los tiranos, no querré salir de ella nunca. No soy digno, mujer, no soy digno de entrar en tu morada: es vientre la mar para el pirata no para el viento que besa su bandera. No soy digno, mujer, no soy digno de entrar en tu morada; lo haría, únicamente, si me lo pides indignada. No soy digno, mujer, no soy digno de entrar en tu morada si me amas, como yo te amo, sobre todas las cosas.