Mira, Eduardo, déjalo estar que ya lo has dicho todo en tus canciones y además la cosa te ha ido como dios", me sugiere un buen compañero de esos que de vez en cuando vienen a mi casa a ver que ocurre con mi tos. que más quieres, sigue insistiendo, tienes un prestigio y una 4-B y aún te queda algún amigo o dos. Déjalo ya, déjalo ya, me harías un gran favor, déjalo ya, me dice con todo su amor, déjalo ya, mi amigo el enterrador, déjalo ya. Tu momento cumbre ha pasado y debes comprender que todo cambia y que ahora el rollo no se mueve por ahí. Lo lamento, dice quitándose las gafas mientras sigue: puedo equivocarme pero yo lo veo así. Ya lo sabes, es lo de siempre, ayer amores, hoy ni flores y mañana espero que me toque el turno a mí. No te esfuerces, dice mi amigo, tómate unas largas vacaciones mientras mira con premura su reloj. De repente se pone alegre, luego serio, luego triste, luego colorido como un cuadro de Miró. Cuando escucha en mi tocadiscos los primeros versos de esta copla que una tarde envenenada me inspiró.