Se piden paso en este incómodo proceso de maquillaje sin orden, febriles caretas, retratos imaginarios, a golpes de ceniza creciendo como arrugas carnívoras, confundidas. Y amontonan una misma mueca, un mismo monstruo que aprieta los huesos para sujetarse las vísceras en un esfuerzo estéril de ocultar la careta más grotesca hecha detrito.