El terror que producen las uñas cuando se clavan en el aire, algo así como la pupila ametrallada por la primera luz después del sueño, como las palabras en su doble trampa de muro y de espejo, como la heroica decisión de seguir esperando no se sabe qué. Cierto que la estupidez (que posee una peligrosa capacidad para tomarse a sí misma en serio) dulcemente asesina.