Y qué puedo decir sino reiterar una vez más que yo no estoy aquí porque nunca he pretendido estar sino ser, sin que ser tenga el sentido de entender lo que no sabe el latido. Y qué puedo decir que no sea un nuevo modo de volver a decir que queda todo, todo, todo por sentir. Nada puedo añadir a los pleitos entre el bien y el mal, tal vez solo insistir en la paradoja que hay detrás de creer que son dos cosas opuestas y no ver que ambas se dan la respuesta.