Me armé de corazas hasta los dientes y de eso que llaman valor de héroe para no amainar el paso hacia una meta en la que nunca me empeñé. Después de caer setecientas veces logré que el contrario perdiera un poco el pie y en vez de sentirme henchido por la hazaña me preguntaba porqué para responderme: no lo sé. Todo es mentira menos tú y si lo fueras, te lo suplico, miénteme, bésame y dime: todo es mentira menos tú. Me quise creer algunas promesas que hablaban de cosas que había que cambiar; la fe, que era escasa, apenas tuvo tiempo de acercarse a algún altar. Cambiaron las cosas pero al contrario, siguiendo las reglas del juego malabar; salieron de la chistera gatos rosas, grises, malvas, a cazar al primer ratón dispuesto a hablar. No sé que sentido tiene la vida ni que coincidencia separa el bien del mal, no sé si este cuerpo que me encierra nace de algo más que un mineral. De lo que no tengo ninguna duda es de que cometo el pecado original cuando cada noche el cuerpo que me ofreces no es una estatua de sal sino el paraíso terrenal.