Lo que corre en mi sangre es la esencia bendita de una hermosa mujer, lo que mora en mi alma... es solo su querer. Y aunque tengo en mis manos de empezar nuevamente. La posibilidad, no me cabe en la mente... ver otra realidad. Conforme pasa el tiempo solo espero el momento de volver me a mirar, en los ojos que encerraron mi existir... y no dejaron ir. De aquella mujer bonita de imagen tierna llena de luz, quiero oir el dulce tono de su voz... Diciendome que no hera serio aquel adios.