Miro al cielo y las estrellas me transportan, A esas noches de lujuria sin control. Que vivimos como dioses del Olimpo, Abrazados en el fuego del amor. Nuestros cuerpos retorcidos sin sentido, Saboreando el terciopelo de la piel. Y el viento de tu aliento era un silencio, Y tu herida humedecida como miel. Y la poesía perdió sentido, Cuando me hablaste al oído. Cierro los ojos y tu aliento, Me perfuma, me perfuma. Abro los brazos y tu cuerpo, Se acurruca, se acurruca. Como Apolo y Afrodita enamorados, Encendiendo los volcanes del placer. Inocentes creadores de universos, Inmortales sin mañana y sin ayer. Y hasta la virgen perdió el vestido, Cuando me hablaste al oído. Cierro los ojos y tu aliento, Me perfuma, me perfuma. Yo a vos te sigo a cualquier parte, Desde Venus a la Luna.