Esta sola en su celda leyendo aquella carta, la que su hijo le envió, le dice que lo extraña y que ha llorado mucho y le ha pedido a Dios. Le pide con ese ruego que le diga a su hijo, su hijo el buen pastor que lo suelte a su madre por que la tiene presa si es el hijo de Dios. Lo que paso llevo un paquete como todos los días en una esquina que ella no presentía, agazapada esperaba justicia que la llevo y así queso su familia destruida, ella sabia que eso no era la gloria pero jamás pensó que eso le iba a pasar. Las lagrimas le caen ahora en esa carta, son un recuerdo cruel de todo lo que hiciste para criar a tu hijo al margen de la ley, ahora el no comprende, un día va a saberlo, que no lo hiciste bien y que aquel buen pastor no es el hijo de Dios sino la cárcel.