Padres travestidos, madres sadomasoquistas sacan de paseo a sus muñecos gesmar deformados por un accidente radioactivo. Dos ancianos jubilados hacen el amor enloquecidos tras los mazizos mientras suena en la radio a toda ostia el carrusel deportivo. En la soleada tarde de domingo en un parque de Moratalaz. Un despiadado angelito disecciona un pajarito mientras su hermanita es obscultada en busca de un precoz pelito por otros despiadados angelitos. Un esforzado deportista narcoolímpico de lata en mano y chandal raido pide unos duritos pa un chute isotónico que mate el gusanillo. Pido a una hippy coqueta un cigarro me suelta no fumo tabaco que coño me importa de que pie cojee que fume o que no. Hace ya tiempo que llevo buscando respuestas sencillas, concisas, pregunto a mis locuaces tripas cansadas responden ¡yo qué sé, huevón! córtate el pelo y búscate un trabajo. Llegan los repartidores al puesto de los helados con sus derbis con el tubo de escape recortado, móvil en la mano, pantalones ciberajustados. Y ajustados también a sus pantalones exhuberantes adolescentes amantes de los chicos malos, los chulos de barrio, pizzerías y felatios. Anunciando el ocaso de la tarde en un parque de Moratalaz. Se despide el sol naif de sonrisa pintada de regreso a casa a ver como ha ido la jornada que se acaba ya la liga y todavía no ha tocado ná. Pienso en ese sol, en su suerte maldita no le libra del trabajo ni una primitiva algo consolado por desgracia ajena marcho a meditar a la bodega. Gracias dios por otra tarde de domingo en un parque de Moratalaz.