Que tu ferocidad me deje huella, Que ahuyente mi maldad Y aleje bestias. Que ponga en su lugar pura inocencia, La que hoy cubre tu cuerpo, Sin darte cuenta. Que hable sin pensar las consecuencias, Que digas tu verdad, Aunque lluevan piedras. Que no pierdas esa fe Que hoy es eterna, Esa forma de no ser consciente de ella. Que tu curiosidad no desaparezca Y crezca como lo hacen ahora tus piernas, Las que te llevarán tan lejos como quieras, Comiéndote la vida a manos llenas. Bienvenida a casa, Pequeña gran revolución, Que con tus pasos marcas un nuevo rumbo En dirección a nuevas montañas que parecen menos altas Con cada palabra que nace en tu garganta, Pequeña gran revolución. Que nadie ose jamás fijar tus metas, Que sepas observar y no ver a quien no debas, Que aunque me encuentre lejos, Me sientas cerca. Que la distancia que hay entre nuestras fuerzas, Se hará siempre tan ridícula Y tan pequeña, Mientras los dos sigamos las mismas estrellas. Y aunque vueles lejos, Tan alto que no puedas vernos, te esperamos dentro, Siempre habrá un techo. Bienvenida a casa, Pequeña gran revolución, Que con tus pasos marcas un nuevo rumbo En dirección a nuevas montañas que parecen menos altas Con cada palabra que nace en tu garganta, Pequeña gran revolución.