Desde mi tiempo perdido, viene llorando una copla, desde algún pueblo dormido, de mi guitarra española. Desde mi abuela querida, vestida de blanca toca, de Aragón y de Castilla y Andalucía, mi novia. Tonada de mi pañuelo, te hiciste luz en sus ojos, la noche de mis desvelos, cuando lloraste en mi hombro. Te hiciste chilena pura, cuando llegaste a esta tierra, del brazo de mis abuelos, tonada te hiciste nuestra, y hoy te enredo, en mi pañuelo toda cuando la cueca. /¡Te la llevarís! ¡Te la llevarís! ¡Te la llevarás! Tonada te hiciste nuestra/ bis. Desde algún puerto perdido se vino la barcarola, que trajo a los elegidos nacidos en tierra mora. Alguna noche sentida, la mar te arrulló en sus olas y alguna guitarra, herida, te empezó a cantar, señora. Tonada de mi pañuelo Etc., etc.