Los ojos de los niños son tan dulces, como pájaros nuevos en el nido, y uno se asusta al mirarlos y se siente más viejo, pecador y corrompido. Los ojos de los niños son aquello que nosotros fuimos algún día,. inocencia, perdón, mirar curioso, sin miedo, sin apuro, sin envidia. ¿Dónde olvidamos mirar como los niños? ¿En la gula, la ambición, en el derroche? ¿En el ansia de subir a cualquier precio, quizá? ¿O en la copa de veneno, alguna noche? ¿Dónde olvidamos mirar como los niños? ¿En la pesada cruz que llevamos a cuestas? La maldición eterna sobrevive a los siglos y cada hombre espera, todavía, una respuesta. Los ojos de los niños son tan dulces, como pájaros nuevos en el nido, y uno se asusta al mirarlos y se siente más viejo, pecador y corrompido. Los ojos de los niños son aquello que nosotros fuimos algún día,. inocencia, perdón, mirar curioso, sin miedo, sin apuro, sin envidia.