Yo juí "carrero" cuando era cauro chico. Cuando la máquina todavía no llegaba al campo y la carreta y los bueyes eran la única forma de mover las cosas de un lao p'al otro. Apenas había un tractor, en otra hijuela, por allá lejos, y una trilladora de los gringos que servía p'a la trilla de too lo que por ahi se sembraba. Pero no me avergüenzo de eso. Ni de mis patas duras, ni del hambre de media tarde. Ni del único pantalón decente que me ponía los Domingos p'a parecerme un poco a la otra gente. Yo conocí el olor de la coyunda y el áspero filo del cáñamo sisal cuando era el tiempo de los fardos. Conozco el arao, el azadón. Sé ponerle un garabato al más porfiao de los chanchos y conozco tamién el cuchillón y la importancia de un cuero de oveja cuando el Invierno se nos venía encima. Yo juí "carrero" cuando era cauro chico, y el sol me pillaba, siempre, en la mitad del camino cuando se asomaba, medio dormío todavía, a mirar, curioso, qué era lo que estaba pasando por allí. Así llevé el trigo p'al molino y los corderos p'a la Feria de Loncoche. Así llevé al abuelo p'al doctor, p'allá p'al pueblo, y a mi hermana mayor p'a que se matrimoniara con un vecino que se había quedao viudo y necesitaba una mujer p'a la casa y p'a sus cauros chicos. Muchas veces me dormí debajo'e la carreta después de haber soltao a los bueyes p'a que tomaran agua y pastaran un rato. Yo no tenía apuro porque el camino era muy largo y me quedaban, todavía, como noventa años por vivir. Entonces ¿P'a qué apurarse? Desde ese tiempo que traigo estas tremendas ganas de quedarme callao cuando hablan esos que hablan tanto y que dicen tan poco. Nunca he conocío a un hombre que hable mejor que el viento o que cante más bonito que el río Por eso es que parezco triste. Por eso es que a veces parece que estoy medio enojao, pero no estoy. Es que estoy escuchando a ver si el viento me trae noticias de mis viejos tiempos cuando too parecía ser mejor. Yo me acuerdo que me gustaba cantar, a todo pulmón, parao en la punta de un cerro p'a que el eco me cantara de nuevo lo que yo ya había cantao. Por eso es que si canto, a veces soy un poco gritón. Pero casi siempre ando cantando despacito p'a no molestar, porque todos están demasiado ocupados en cosas importantes y un grito, aunque sea cantado, no ayuda mucho p'a esas cosas. Yo juí "carrero" cuando era cauro chico y es por eso que no sé quedarme quieto y ando, de un lao p'al otro acarriando cualquier cosa, aunque eso no sirva de mucho. Ya no me quedan noventa años por vivir y de repente nomás me puedo subir a la carreta, esa, que se lleva a la gente p'a otro mundo. Pero tampoco estoy seguro de eso y a lo mejor no hay otro mundo ni carreta que se lo lleve a uno p'allá. La verdá es que no sé muchas cosas, de esas que sabe la gente pero me han hecho harto pocaza falta. Es que yo vengo de un tiempo en que too era casi regalao. No había que comprar el agua y la sal costaba muy poquito. Los huevos los ponían las gallinas y las gallinas salían de otros huevos que habían sido puestos, antes, por otras gallinas que nadie sabe cómo llegaron allí porque nadie las vió venir de niuna parte. Y había que enterrar unas pepas de manzana, nomás, p'a que saliera todo un árbol. A lo mejor las cosas feas las vivían los "grandes" pero yo nunca supe. Nunca vi cosas feas y me gustaba el tiempo de acarrear madera porque el viaje era largazo y nos daban tortilla con manteca Había mucho bosque y uno tenía que andar como un día y medio p'a llegar al aserradero. La primera vez que vi el motor casi me asusto de cierto, pero después me acostumbré y me gustaba cuando tocaba el pito p'a avisar que era la hora de parar la faena. Ya juera porque se había acabao el día o porque alguno se había "desgraciao" con la sierra. Ahí nos cargaban como treinta pulgás, de puro tronco, y había que llevarlas hasta el tren. Y el tren pasaba por el pueblo que estaba re lejos así es que había que andar otro día y medio p'a llegar a la Estación. Nunca me importaron la distancia ni el tiempo porque todavía me quedaban como noventa años por vivir. Ahora estoy un poco enfermo. Me cuesta hacer las cosas y tengo dolores por toas partes y me canso. Es que la ciudad lo va matando, a uno, de a poco con su ruido, su afán de andar corriendo, y la mugre que se le mete, a uno, en los pulmones de puro respirar. No debí haberme venío a la ciudad. Debí haberme quedao allá en el campo donde jué que nací. Así es que too lo que me pasa es por culpa de mi tontera y qué sé yo que más. Yo juí "carrero" cuando era cauro chico. Cuando la máquina todavía no llegaba al campo y la carreta y los bueyes eran la única forma de mover las cosas de un lao p'al otro. A veces me agarra una pena juerte y me doy vueltas y veo puros autos. Yo no tenía amigos porque no había más cauros chicos en la casa, pero tenía un perro que andaba conmigo p'a toas partes. Cuando el camino era largo, se subía a la carreta y se echaba, con la lengua ajuera, y me movía la cola porque así hablaba él. Se llamaba "perro" porque yo no sabía que había que ponerle nombre. Por eso los bueyes se llamaban bueyes y la gente se llamaba gente y el cielo se llamaba cielo. Yo no me acuerdo como me llamaba pero debo haberme llamado "gente" como todos los demás. Aunque si lo pienso mejor a lo mejor me llamaba niño. Qué sé yo. Cuando se murió el agüelo y lo llevamos al cementerio aprendí que la gente se muere, y cuando nació la guagua de mi hermana aprendí que uno nace. Después aprendí que hay harto que hacer entre una cosa y otra. Por eso ahora me pregunto, a veces, qué es lo que me falta por hacer. Pero no encuentro la respuesta porque no le puedo preguntar a río ni al viento. El otro día vino un gorrión a pararse en mi ventana, pero sabía menos que yo y se anduvo asustando cuando me escuchó hablar como gorrión. No debí haberme venío a la ciudad. Debí haberme quedao allá en el campo donde jué que nací. Allá no había enfermedades, ni tos, ni dolores de huesos. A veces vienen algunas gentes a conversar conmigo y me preguntan cosas. Pero no les gusta lo que digo. Quieren que diga otras cosas que yo no sé decir. Entonces se van medio enojaos. Es que nunca aprendí a contestar porque nadie me preguntó, nunca, ninguna cosa. En cambio el agüelo era sabio porque cuando él era niño los niños hablaban con el cóndor y con el puma y el cóndor y el puma lo saben casi todo. Yo juí "carrero" cuando era cauro chico. Pero además de ser carrero juí niño así es que me quedaban, todavía, como noventa años por vivir. Yo juí "carrero" cuando era cauro chico. Pero además de ser carrero juí niño así es que me quedaban, todavía, como noventa años por vivir. Yo juí "carrero" cuando era cauro chico. Pero además de ser carrero juí niño así es que me quedaban, todavía, como noventa años por vivir.