Tu canto y mi canto son un mismo canto que canta, yo te soñaba cantor y Dios tocó tu garganta. Pichón de cantor con ganas de tutearse con los sueños, ha de ser porque tus alas ya están listas para el vuelo. Vuelo que se fue emplumando junto con mis ilusiones, compartiendo el mismo nido hecho de verso y canciones. Es cierto, soy como el ave, que da sus primeros vuelos, con la mirada, muy alta, y los más extensos sueños. Soy fruto de ese nidal, donde nunca hubo silencio, /por eso me gusta el canto tú me diste los cimientos/ bis. Pichón de cantor, me alegra que hayas heredado el trino, el apego a la guitarra y el amor por los amigos. Tendrás que colgarle, a tu alma, un cascabel, peregrino, para anunciar tu llegada a los duendes del camino. El trinaje ha de golpear, la puerta de los destinos, para tratar de cruzar limpiamente, los caminos. Pero siempre acompañado, por la voz de los amigos, /que al amor y a la esperanza sabrán entregarle abrigo/ bis. Pichón de cantor, camina siempre constante y sereno, no dejes que los tropiezos a tus ganas pongan freno. Y cuando llegues al canto jamás lo pongas en venta, por más que suban la oferta no hay postor que lo merezca. Mi paso se hará más firme con la enseñanza del tiempo, y ha de ayudarme a vencer al más cruel de los tropiezos. No hay precio, padre, que iguale la pureza y el misterio /de lo que hemos compartido, la razón de nuestros versos/ bis. Mañana, cuando mi canto vista plumaje de Invierno, y se quede enmudecido por la mordaza del tiempo. Se irá, detrás de tu canto, a recorrer los caminos, que le quedaron pendientes por haber envejecido. Nuestras voces se unirán, rompiendo todo el silencio, porque llevo tu cantar en el fondo de mi pecho. Allí se irá entreverando, con mis cosas más queridas, /desde donde acunará a mi cantora semilla/ bis. Porque el cantar nunca muere, ni nadie puede callarlo, vive flotando, en la vida, eternamente cantando.