El cielo está encapotao amenazando llover/ bis. Y los peñascos, nevaos, más fieros parecen ser. Dicen que en la cordillera la tormenta es de temer. Recitado. Qué cosa es vivir de arriero, huella, nieve, cerrazón, años cruzando los cerros, años prendiendo el fogón. Dicen que, en noches como esas, en cada conversación, se pueden ver, de más cerca, las penas del corazón. Canto. /El piño ya está guardao, y los caballos también/ bis. Y en los ponchos se ha pegao la noche como un querer. Amor de viento y camino, destinos que no se ven. Recitado. De las sombras, del refugio, surge, triste, un guitarrear, como adorando las coplas que alguien empieza a entonar. Y los oídos se agrandan p'a no perder de escuchar la historia que nunca falta en esas noches de andar. Canto. /Cuentan que había una vez un mozo recio y varón/ bis. Nacío de amores indios, hijo de noche fatal, con el alma en el camino y en el filo del puñal. Recitado. Nació arriero y en la Hacienda la gente siempre lo quiso, porque jué mozo derecho y a nadie nunca mal le hizo. Y cuando se llevó a la china p'al rancho nadie le dijo nada y la fe del cariño mucho tiempo les bendijo. Canto. /Cuando se iba, el corazón lo dejaba por allá/ bis. Prendío a las ilusiones que ella lo había hecho forjar, p'a él no había cerrazones sólo había un regresar. Recitado. Pero a veces el destino niega la felicidá, y un día, al fin del camino, naide lo vino a esperar, y, desde entonces, la tropa triste lo vió caminar, entre ¡arres! y entre ¡opas! rumiando su soledad. Canto. /Dicen que murió de un mal me contó un día y lloró/ bis. Después me dijo, será que el cielo me la quitó. Pero si Dios la dejó irse le juro no quiero a Dios. Recitado. Qué de cosas hay que ver mientras más vamos viviendo, si se mata la esperanza y se roba nuestros sueños p'a vivir qué es lo que queda si, a veces, hasta el infierno es poco p'a la tristeza de vivir con un recuerdo. Canto. /La pena lo terminó y a su muerte lo encontré/ bis. maldiciendo su desvelo y aquí mesmo lo enterré, y no quiso irse p'al cielo perdida razón y fe. Recitado. Los que estaban escuchando se guardaron el facón, toitos lo habían sacao de coraje y corazón, luego volvieron al mate y a alimentar el fogón. Dicen que en noches como esas es fiera la cerrazón.