Duérmete, que ya estás a salvo de todo, el Sol se ha ido entusiasmado, le ha salido bien este atardecer. Duérmete, que te voy a cantar una nana tan cruel como la realidad: Érase una vez una humanidad. Yo que, yo que pensaba... Yo que creÃa firmemente en el amor, hoy ya sé que no, que ya no importa y que a la vida hay que buscarle otra razón; y busco en los colores del atardecer y no la encuentro. Yo que pasaba las noches en negociación... Yo, que te espero. Yo, que hice cada segundo otro mundo mejor... Yo, que te espero. Yo, que velaba las noches enteras... Yo que, yo que querrÃa poder contarte que ahà afuera está la vida y solo hay gente que quisiera comprenderte y abrazarte y alegrarte y ayudarte siempre. Yo, que estudié al ser humano, te digo que no, que ya nada espero. Yo, que intenté comprender sus motivos... Que no, que ya nada espero. Yo, que quisiera encontrarme contigo... Yo que, yo que pensaba... Yo que creÃa firmemente en el amor... No, hoy ya sé que no, que ya no importa y que a la vida hay que buscarle otra razón; y busco en los colores del atardecer y no la encuentro. Duerme, que ahà afuera solo hay monstruos, solo hay gente que te compra y que te vende, que te odia y que te miente, que roba, que te mata, que te viola y que no siente nada. Duérmete, que ya se ha ido el Sol. Que tenÃa que hacer, dijo, y se marchó, y prometió volver al amanecer.