Encontré tres hojas de parra. Qué lindo encontrarlas ahora tan de moda. Las hojas de parra, no yo. Entré en una casa desnuda. Impúdica la casa, no yo. Paredes blancas, patios desiertos. Me miraba la casa avergonzada. La casa, no yo. Me olvidé una hoja de parra en la casa. Quedó la casa vestida. La casa, no yo. Un hombre cantaba en la plaza. Estaba muy solo, cantaba. No eran palabras, cantaba penas muy viejas entre los dientes cerrados. Estaba desnudo. Desnudo en la angustia. El hombre, no yo. Tenía otra hoja de parra en la mano. No el hombre. En mi mano la hoja de parra. Le cubrí la pena. Quedó la pena vestida. La pena, no yo. Tenía la última hoja en la mano. La tiré en el aire. Quedó el aire vestido, no yo. Me acerqué al hombre desnuda. Desnudas las manos, no yo. Y quedamos vestidos los dos.