Oh, los arenques ahumados mañana estarán arruinados. Para nada servirán los pepinitos pero a vos te importa un pito. Ah, qué desgracia, la heladera está repleta. Vino divino te había comprado. La mayonesa se ha apenado. Me habías prometido venir esta noche, querido. Te preparé salsa blanca, champiñones, salamines tan finos. Oh... Es culpa mía haber creído en tu apetito. Ese apetito chiquito, chiquito, chiquito. No has venido, desgraciado... Los caracoles, con ojitos de lágrimas llenos, a sus casas se vuelven en silencio. Los salsifíes, derrotados, al arroz le cuentan su desencanto. La escarola y la zanahoria están pálidas cual achicoria. Las frutillas de la primavera en el champaigne ahogan sus penas. Oh... Todo se ha arruinado y no puedo comer más. Y mañana con todo esto qué es lo que va a pasar. Alguien tendría que aprovecharlo. Oh... A los pobres les encantaría. Ha llegado la ocasión de cometer una bella acción con todas esta vituallas. Al diablo con la pera que me has hecho. La agrego al menú, la pongo junto al berberecho. Oh... Los pobres cómo engordarán. Ah ¿sí? Corro a llamar a "Sábados de la Maldad".