El cielo de veras, que no es este de ahora, el cielo de cuando te jubiles, durará todo el día, todo el día caerá como lluvia de sol sobre tu calva. Estarás algo sordo para escuchar los árboles pero, de todos modos, recordarás que existen. Tal vez un poco viejo para andar en la arena, pero el mar todavía ye pondrá melancólico. Estarás sin memoria. Estarás sin dinero. Con el tiempo en los brazos. Como un recién nacido. Y llorará contigo. Y llorarás con él. Estarás solitario como una ostra. Y podrás hablar de tus fieles amigos que, como siempre, contarán desde Europa sus más tímidos contrabandos y becas. Estarás en la orilla del mundo contemplando desfiles para niños, eclipses y regatas. Te pondrás el sombrero para mirar la luna. Nadie pedirá informes, ni balances, ni cifras. Sólo tendrás horario para tu muerte. Pero el cielo de veras, que no es este de ahora, ese cielo de cuando te jubiles, habrá llegado demasiado tarde.