Ya las tormentas de la vida Por fin me han dado sepultura esta noche. Y la tierra que ahora ciega mis ojos Sólo me deja ver tu sonrisa. El destino trazó mi camino Mientras almacenaba falsos sueños. Esos sueños que envueltos en sombras, Se quedan al final sólo en sombras. Sí, sombras... Sombras sin recuerdos Qué dulces son los abrazos de una mujer, Aunque nunca llegarás a saber el secreto que esconden. Porque cuando parece que todo va bien El amor aparece y se acaba la noche. Y llega la fría luz del amanecer Que te hace ver que escondido entre sus risas Solloza su corazón de niña, Mientras que las alegrías del hombre terminan En pesares y fatigas. Los malos años siempre me han llegado Encadenados, como las tormentas de verano. He cometido el peor de los pecados: No ser feliz, Y ni siquiera haberlo intentado. Pero no te traiciones nunca, no vale la pena, Porque pronto se apaga la llama del fuego de la juventud. No te traiciones nunca: No merece la pena. Pues al final de los años sólo queda el silencio Y, quizás, Un poco de luz. Pero ahora resulta que los viajes se hacen en casa Sentados entre dos luces. Todo el mundo enviando mensajes, Pensando que van a llegar a su destino. O golpeando esas teclas, sucias y grises, Que lloran y gritan cada vez que cada uno Intercambia mentiras, amor y risas Con sus amantes de cristal, Mientras que justo a tu lado, En tu barrio, ese bosque de antenas, ventanas y ruido Un pobre loco escondido te espera cada día, de la noche a la mañana. Sólo para ver el amanecer en tu mirada Y si no puede ser, saber de qué color es tu vestido. Pero los malos años siempre me han llegado Encadenados, como los incendios de verano. He cometido el peor de los pecados: No ser feliz, Y ni siquiera haberlo intentado. Pero no te traiciones nunca, no vale la pena. Porque pronto se apaga la llama del fuego de la juventud. No te traiciones nunca: No merece la pena. Pues al final de los años sólo queda el silencio y, quizás, Un poco de luz. Verdad que parece mentira Que cuando tropiezas por fin con el sueño de tu vida, Por miedo, ciego... o sabe Dios por qué, Dejas que pase de largo Sin mover un dedo para sujetarlo O intentar conseguirlo. Entonces pobre desdichado, te vas a la cuenta con el penúltimo suspiro. Que bajar al infierno es muy sencillo. Sólo hace falta querer, Haber sido querido, Y no haberte dado cuenta Hasta el fin del camino.