En un punto difuso perdimos el habla el silencio creció, desbordando el salón. Por momentos pensé que la noche era eterna cuando el cielo —temblando— cambió de color. Ascendimos a tientas por una escalera de caracol para ver desde lo alto las llamas del día pintando de rojo un mar de negrura. Entonces tus labios rozaron mi oido. Ascendimos a tientas por una escalera de caracol para ver desde lo alto las llamas del día pintando de rojo un mar de negrura. Entonces sentimos lo que es estar vivos.