¡Ay, qué laureles tan verdes, qué flores tan encendidas! Si piensas abandonarme, mejor quítame la vida. Alza los ojos a verme si no estas comprometida. Se secaron los laureles, ya no cantan los jilgueros. En la cárcel del olvido hay un hombre prisionero. Hay un hombre prisionero en la cárcel del olvido y yo soy ese olvidado que fui siempre malquerido. Me recargo en los candados y comienzo a suspirar. Ya mi pelo se hizo blanco pensando en la libertad. Dichosos los que??? gozan de felicidad. Los parandales de acero se han doblado con el tiempo, pero ellos no sienten nada de lo que yo estoy sintiendo. Quiero amor, quiero cariño, pero soy tan desdichado que aunque me miren sonriendo vivo preso y olvidado. Me recargo en los candados y comienzo a suspirar. Ya mi pelo se hizo blanco pensando en la libertad. Dichosos los que??? gozan de felicidad.