En Santiago del Estero, existe una vieja costumbre: dar responso en los camposantos. Casi siempre lo hace un ciego violinista, acompañado por un niño al bombo, con esta chacarera: La finadita. Por medio los montes vengo, lleno de canto y dulzura, rogando por los que sufren de tormentos y amargura. Me llaman la finadita, porque nací en camposanto, porque nací entre los muertos, entre tristezas y llanto. Finadita, finadita y alabanza sollozada, quisiera soñarme muerto para sentirte cantada. Larairai larairalaira larairarai lailailaira quisiera soñarme muerto para sentirte cantada. Cantor y cadencia soy, suave perfume de flor, consuela que te consuela las almas de tu dolor. Cantores viejos te entonen con la más santa emoción, rogando a Dios que no sufran los que merecen perdón. Finadita, finadita y alabanza sollozada, quisiera sentirme muerto para sentirte cantada. Larairai larairalaira larairarai lailailaira quisiera soñarme muerto para sentirte cantada.