Traes los ojos llenos de cenizas, en tu voz tiemblan nubes negras. Aúllan todos los cachorros perdidos en gasolineras. Eres el verso que uno escribe, borracho, en una servilleta. Hoy no harás la cama ni las paces, te pintas la boca de viernes. Sales a la calle y sueñas una canción que nos despierte. Traes la tormenta a nuestra orilla. Cuando te marchas hay sudestada en la Gran Vía. Quisiera salvarte entre el escombro, ser abrigo en tu charco, llevarte la bolsa de la compra, apagarte el cigarro. Quisiera raptarte en bicicleta quizá asaltar un banco, viajar sin billete y sin maleta para aprender despacio. Que el periódico hable de tu pena y tu aventura, de la cura final de tu llanto El caso es que viernes y yo te amo. La boca del metro te escupe y te enredas en las zarzas que crecen entre tanto ajuste. Despliegas bien tus alas rotas aunque Madrid se derrumbe No toda la derrota es hermosa, ni todo borracho hombre sabio pero la lucha y mi copa no acaban en este fracaso. Hermosa, me besas despacio. Llevas la antorcha hacia la toma de palacio. Quisiera escribir en cada muro las ganas que te tengo, arañar los coches oficiales que huyen del deshielo.