Tu cuerpo fue la nave de mis sueños, tus pechos un timón de doble auxilio, tu boca una angustiosa y dura proa que me condujo al fondo del exilio. Por ti sé de ensenadas nunca abiertas, por ti sé de un volcán de color rojo. por ti yo descubrí el faro secreto y una noche sin luz me llamó su ojo. He navegado en ti como en un barco donde se concentraron mis pasiones. Hice de tu alma un acto de mi vida para hacerte olvidar mis obsesiones. La proa me condujo a tu arrecife y en él yo naufragué con alegría, puesto que amar es navegar sin rumbo y naufragar es lenta poesía. Pero todo es inútil porque un barco traiciona al navegante sin reparos, si por tu capitán te preguntaran, diles que lo cegó la luz del faro.