Rompió el ávido su cántaro Ya no hay médico en lo póstumo Impondrán, célebres los cándidos, Su vorágine más poética, Su vorágine. Vive esta plebe autóctona como un desolado páramo viéndose tan mísera y decrépita sin un santo fiel en la cúspide, sin un santo fiel. Sufriendo leyes maléficas no hay más que subir los ánimos al compás de un danzar telúrico al cielo gritar nuestros cánticos, al cielo gritar. Presiento que por lo empírico se ha enloquecido la brújula el clamor que tuerce los estómagos va azuzando al fin los espíritus, va azuzando al fin. Cándido, libera tu rabia, cándido, tu vieja ternura, úsala para revertir tu lóbrega vida de Lázaro. Cándidos con tanta esperanza cósmica venir, porque al fin el ávido rompe su cántaro. Antes que morir famélico mártir de un destino trágico más valdrá reconquistar por último el honor de ser pueblo intrépido, El honor de ser. Rompió el ávido su cántaro.