Teméis que mi mano roce vuestra piel, pues no tenéis claro donde os llevaré, esa incertidumbre, ese ser o no ser, conciencia maldita que os hace saber que existo y por eso nunca aceptaréis que no hay más camino que recorrer, que yo soy el muro que para este tren, no puedes seguir, tampoco volver. Ni cielo ni infierno, ni purgación de almas, ni limbo ni éter, ni juicio final, ni reencarnaciones, ni resurrecciones, ni espíritu errante, se acabó el tiempo y ya está. Os pasáis la vida pensando en mí, como una puerta hacia un mundo mejor, buscáis salvación en cualquier religión, ya que donde nazcas te impondrán un dios, caerás arrastrado por la tradición, ignorancia llena de superstición, y de un miedo atroz que no te deja ver más de lo que siempre te han hecho creer. Ni cielo ni infierno, ni purgación de almas, ni limbo ni éter, ni juicio final, ni reencarnaciones, ni resurrecciones, ni espíritu errante, se acabó el tiempo.