La vida es como un segundo de un gran acontecimiento y debes tener bien claro sus fundamentos. La vida es como un pasaje, de una canción que marea y aquel que no se la sabe la tararea. Como dice el guayabero filósofo popular Oiga, la vida es un pasaje de ida a la eternidad. La vida es como un pasaje de una canción que marea y aquel que no se la sabe la tararea. El primer paso que tú debes dar cuando es de día es con el pie derecho como la gran profecía. Abona tu pasaje y hazle un guiño a una novicia. Y aunque te digan loco, sonríete sin malicia. Hazle un piropo a la muchacha de la esquina y cuando vuelvas al trabajo, cuando veas al portero salúdalo aunque viajes en asiento delantero. Y a la viejita conserje pregúntale por sus flores cómo amaneció su espalda, cómo andan sus dolores. A tus vecinos todos, si la vida los deprime coméntales de música o convídalos al cine. Moléstate a su tiempo con la suciedad de un baño. Y ríete de un calvo que en un día, no hace daño. Y vuelve a casa a inventarte un cumpleaños. Y si la noche lo permite y también la naturaleza paséate por la calle y con manía de grandeza. Y si hay gente inoportuna, convérsala con paciencia y duérmete como un tronco, sin tener mal de conciencia, porque La vida es como un segundo, de un gran acontecimiento y debes tener bien claro sus fundamentos. La vida es como un pasaje, de una canción que marea y aquel que no se la sabe la tararea. Pero querer volar con alas anchas, mi hermano, es una ambición fatal y cuando menos lo imaginas, te cae el golpe fenomenal. La vida es como un pasaje, de una canción que marea y aquel que no se la sabe la tararea. Lo dijo Pedro Navaja cuando se notó la herida: la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. La vida es como un pasaje, de una canción que marea y aquel que no se la sabe la tararea. Por la mala maña de no razonar hay mucha gente que no comprende la regla del juego y son los que van detrás. La vida es como un segundo, de un gran acontecimiento y debes tener bien claro sus fundamentos. La vida es como un pasaje, de una canción que marea Y aquel que no se la sabe la tararea