Ya sabes como son los padres que piensan que no acabas de crecer, siempre pendientes de tus amistades y el libro que te acabas de leer. Están seguros porque me educaron y me pusieron todas las vacunas que tengo que aguantarles cada una, que me halen las orejas delante del vecindario, que si hablo, que si digo, que si pienso que si tengo que entregarles la mitad de mi salario. Y aunque me porto bien y ya soy grande hay que pedir permiso pa' salir y regresar antes que den las doce porque aunque toques no te van a abrir. Pero en casa yo me siento cual vergel aunque hay gente que me dice que esto parece un cuartel. Mándame una remesa pa' no caer en el pozo. Mira que se están muriendo mis tíos más poderosos. La casa la vamos llevando con lo que produce la guarapera. El viejo que sabe torcer tabaco y la vieja que es tremenda curandera. A veces dirigimos un deporte o destilamos un alcolifán. Pues ya no dependemos de esos tíos que por reírles la gracia nos mandaban el dinero. Ahora dependemos de nosotros y de la buena voluntad de mis hermanos que se fueron. Quiero llegar a los setenta y cuatro, que en mi casa es el promedio de vida comiendo bajo en proteína y grasa y haciendo mucha bicicleta fija (o china). Pero en casa yo me siento como en casa, aunque hay gente que se casa para irse de mi casa. Ahora tengo un nuevo invento para que mi familia sobreviva: le alquilo un cuarto a esos primos lejanos que gustan de nuestro estilo de vida. Y aunque la casa está algo apuntalada conserva todavía su majestad. Nosotros nos quitamos la comida porque andamos calculando un negocio a largo plazo y les tocamos música divina pa' que vayan con el tiempo asimilando los garbanzos. Yo sé que en tu casa no hay apagones y siempre está repleta la alacena, que puedes expresar tus opiniones y hay muchos más can*les en tu antena. Pero en casa yo me siento como en casa, calabaza, calabaza, cada uno a hacer un flan.