Yo soy un inmigrante a media jornada, una memoria codificada en el archivo de La Paternal. Yo soy algún cachorro de la camada buscando en forma desesperada pues otra teta a dónde ir a mamar. Y aunque no tenga derecho a lo hecho, pecho. Me dejan siempre deshecho los mensajes de papá. Y aunque se me caiga el techo doy por hecho que este miércoles estrecho me voy a echar a volar. Yo soy el de la Ley de Reforma Hablada, del teorema de la escapada sin la necesidad de navegar. Yo soy un inmigrante a media jornada que en contubernio con la embajada soy miembro de la Casa de Amistad. Y aunque no me tenga en cuenta aquel que alienta que no me compre herramientas que no hay nada que arreglar. Y aunque seas virulenta a veces rápida, otras demasiado lenta igual me vas a tragar. Y tú vendrás a mí como palabra mágica que abre una puerta. Como una periodista sentada frente a una agenda abierta. Y tú vendrás a mí diciéndome que yo me ando chupando el dedo, que soy un nihilista sentado en una nube de pedos.